Intentar comprender el infinito, descifrar el pasado y escudriñar el porvenir en lejanas constelaciones, suspirar de asombro ante la luz y la oscuridad, oscilar entre misterios y certezas que fascinan por igual. Buscar orientación y esperanza en el cielo, sentirnos diminutos e inmensos, a la vez. Descubrir otras formas de ver y entender. Expandir la imaginación y contemplar la belleza insondable. Ser hijos de la luna, de la naturaleza visible y la intangible. Sabernos grandes y diminutos, copartícipes de la creación, herederos de relatos ancestrales que fecundan el presente, madres que engendran, paren y dan vida.
Todo se conecta cuando pensamos en el universo como un gran telar con cuyos hilos se tejen historias. Para muchas comunidades indígenas el origen es raíz y continuidad. Sus mitos fundacionales guardan preguntas y respuestas, la indagación por las causas, simbologías que entrelazan visiones espirituales y culturales, el devenir de un mundo que tendemos a complejizar y, a veces, nos deslumbra por su sencillez, sin perder la visión profunda de tiempos remotos.
“El Universo no es como lo imaginamos, es mucho más hermoso”, sostiene John Mather, Premio Nobel de Física, científico responsable de la construcción y ejecución del Telescopio Espacial James Webb. Gracias a los avances científicos y a este sofisticado aparato la humanidad puede ver, por primera vez, lo que “siempre” ha estado ahí, durante miles de millones de años, y, sin embargo, no habíamos visto. Las expectativas ante este importante hallazgo son inmensas. “Seremos capaces de lograr respuestas de las que ni siquiera sabemos cuáles son las preguntas”, afirmó Bill Nelson, director de la NASA.
Frecuentemente, asumimos La Fotografía como testigo del tiempo y guardiana de la memoria. Ahora, estas imágenes del telescopio nos acercan al inicio de nuestro universo. La intención es conectar orígenes y originarios, lo que fue y lo que permanece, nuestras búsquedas y sensibilidades con la mirada que la fotógrafa Barbara Brändli posó en algunos grupos indígenas venezolanos. El registro respetuoso y paciente de su cotidianidad, cosmovisión y convivencia nos muestran también mundos de profundos significados que, tal vez, han pasado inadvertidos frente a nuestros ojos. La observación de Brändli también hace importantes hallazgos capturando y preservando la trascendencia de un instante del que ahora somos espectadores en un ciclo dibujado por el “lápiz de naturaleza” y el sublime trazo de la luz.
Johanna Pérez Daza