La urbe es el escenario donde Saz oner rompe con la armonía propia de cada ambiente que interviene, y hace de él un lienzo que le permite dotarlo de lo que llama “nuevas características estéticas”. Paredes, pisos y postes de luz pierden momentáneamente la opaca apariencia que la intemperie les ha impreso para vestirse de vinilos de colores brillantes con figuras abstractas que atraen la mirada del caminante.
No es una invitación a detenerse, es más bien un acompañamiento del recorrido, una presencia en colores, formas y texturas. Colores que acarician el ojo del transeúnte abstrayéndolo hacia una perspectiva distinta del lugar que transita diariamente. Desvelando la realidad típica del panorama de concreto y latón para resaltar el alma de estos lugares que pasaban desapercibido hasta entonces.
En esta ocasión y como una nueva experiencia Saz oner exploró la transparencia e iluminación del Centro Cultural y el movimiento en sus pasillos para impregnarlos con su “lenguaje geométrico” y así tocar la memoria del ojo que lo percibe.
Noreida González.