La exposición fotográfica recoge el trabajo que realizó la artista, Diana López, en colaboración con Franklyn Osorio, Wen-You Cai, Lucy Poe y Gala Delmont, cuatro niños a quienes entregó una cámara compacta analógica, varios rollos de película Ilford XP2 y un cuaderno y los invitó a tomar fotografías. “Les propuse que miraran su entorno, lo bello y lo feo, lo grande y lo pequeño. Durante aproximadamente tres meses ellos tomaron fotos, algunas veces conmigo y otras veces en sus hogares o cuando salían a pasear con sus padres”, comenta Diana López en un libro de artista editado en 2021 y que también forma parte de la exhibición. En su conjunto, se trata de un proyecto que busca acercarse a la mirada del otro y que ha tenido un desarrollo durante varios años y en distintos contextos.
“Invité a los niños a contar historias a través de las fotos, un proceso inédito para ellos y sus padres. Los encuadres poco espontáneos nos deslumbraron al ver las sutilezas de sus curiosas miradas. El proceso incluyó realizar un álbum de fotografías, que ellos conservaron como recuerdo de esta experiencia. El resultado fue un juego de imágenes y palabras con sus fotos y sus títulos: un diario”.
Diana López
El trabajo con niños potencia la observación y la curiosidad a través de la imagen, al tiempo que muestra cómo “la fotografía trasciende el acto solitario y se convierte en experiencia compartida, se transforma en vía de comunicación, puente entre realidades. La imagen despojada de pretensiones deja pistas y coordenadas para hallar otros imaginarios, muchas veces inexplorados o desconocidos, incluso distantes a pesar de su obviedad o presencia”, escribe Johanna Pérez Daza en el texto de sala.
En El ojo de… Diana López, la fotografía trasciende el acto solitario y se convierte en experiencia compartida, se transforma en vía de comunicación, puente entre realidades. La imagen despojada de pretensiones deja pistas y coordenadas para hallar otros imaginarios, muchas veces inexplorados o desconocidos, incluso distantes a pesar de su obviedad o presencia. La fotografía inicia su recorrido en el ojo que observa y se mueve hacia la mirada que atrapa. Detrás de los ojos: sentimientos, dudas, ideas, preguntas. La cámara se convierte en ojo omnipresente y nos hace espectadores copartícipes, de manera que vemos a través de otros ojos y “nos encontramos a nosotros mismos únicamente mirando lo que no somos” – (Paul Auster).
Por Johana Pérez Daza, curadora
Fotografías cortesía de Comunicaciones UCAB