Hay una Caracas que no existe en los mapas, ni en las noticias y menos aún en las fotos turísticas. Sin embargo, esa urbe invisible respira entre la gente, marca el ritmo de los corazones y determina el deseo de los ciudadanos por intercambiar en las calles, cruzar miradas, apretar los cuerpos unos contra otros y plagar el paisaje de desperdicios. Se trata de una ciudad cambiante y sensual. También, salvaje y santa a la vez. Está hecha de paisajes insólitos, solo visibles en la experiencia del instante presente. Su geografía es la de un valle plagado de miradas inestables, rituales paganos, edificios inconexos, cuerpos alterados, motorizados veloces, amores fugaces e insólitas experiencias humanas y, quizá, no humanas. En ese lugar invisible estuvo la artista española Ana Barriga. Ahí hizo una residencia durante dos intensos meses, en los cuales produjo las obras que ahora exhiben la Galería Cerquone y el Centro Cultural UCAB.
“Saca el pecho” es el encuentro de un arte juguetón y vitalista con una capital borrosa, impúdica y trepidante; escondida tras el conflicto político y el fervor petrolero que los medios y las redes le cuentan al planeta. Esta muestra es producto de recorridos, encuentros y un inagotable deseo por absorber todo lo que este lado del planeta le ofrecía a la artista. Sus “escenarios fingidos”, expuestos en la sala Magis, socaban la habitual distancia del arte con la vida común. Ellos empujan, abrazan, hablan rápido: comunican el entusiasmo que ella misma tiene al encontrarse con objetos en la calle, en los bazares o en los mercados de las pulgas. De ahí que esta mujer “echada para adelante”, capaz de “sacar el pecho” ante cualquier situación que la vida le ofrezca, nos propone una pintura sin explicaciones ni sermones. Cada pieza es un beso repentino o un abrazo inesperado. Sus trazos audaces y colores gritones desbaratan y reordenan esos objetos cliché hallados en lugares marginales. A través de la pintura ellos retornan a la vida en forma de prodigios inesperados.
El poeta español Juan Ramón Jiménez le pregunta a su colega hindú Rabindranath Tagore: “Di, ¿cómo se encuentra en este cuerpo nuestro tu corazón?”. Una hermosa y sabia pregunta que podríamos recoger y trasladar a los labios de los objetos recogidos por Ana en Caracas. Y sonreír con ellos mientras perseguimos la respuesta a través de toda la sala. Esto es lo que nos pide el arte y lo que nos trae la artista: encontrarnos con la vida cuando nos arriesgamos a salir de ella, a deformarla y transgredirla. A vandalizarla desde la imaginación.
Humberto Valdivieso
EXPOSICIÓN 360